¿Pero no era un Aequidens?
Con ese controvertido nombre iniciamos la entrada de hoy, un género creado por Kullander y Nijssen en 1989 tras revisar el género Aequidens y apreciar que esta especie no correspondía a dicho género.
El durante muchos años llamado Aequidens maronii pasaba a ser ese mismo año Cleithracara maronii aunque su nombre común obviamente permanecía invariable, cíclido cerradura o keyhole cichlid para los internacionales es el nombre por el que hoy en día se le sigue llamando de manera habitual.
Un cíclido de la Guayana que es más apreciado en la acuarofilia por su comportamiento pacífico y tímido hacia los demás compañeros que por su gran colorido, aunque esas pequeñas briznas de color que visten a esta especie le otorgan gran belleza en un fondo tan apagado como el que suelen mostrar.
Hace cosa de once meses me hice con un trio de ejemplares de esta especie y durante la pasada semana fui el espectador de una puesta algo movidita y es lo que argumenta esta entrada.
En primer lugar retiré al tercer ejemplar de C.maronii, ya que la presión sobre él era a mi parecer excesiva, nada del otro mundo, el carácter de esta especie, hace que un constante acecho no llegue a más que alguna carrera tras la victima, y así era con el tercer ejemplar, que comía aunque de vez en cuando le marcaran la jerarquía del grupo al tiempo que la pareja se confirmaba, por ello lo llevé a un acuario de 350 litros con discos que mantiene mi primo. La presión sobre este ejemplar era sobretodo de uno de los dos maronii restantes, por lo que me llevó a pensar que posiblemente fuera una pelea de sexos.
Al día siguiente la pareja con todo el acuario de 220 litros para ella inició su puesta, y entendí, al ver el ejemplar que desovaba, que al principio tenía un macho y dos hembras y que era la hembra la que más marcaba a ese ejemplar en discordia y efectivamente se trataba posiblemente de una lucha de sexos.
La pareja empezó la puesta, y extrañamente no iniciaron un rito conjunto de desove, aunque si que habían estado los días anteriores bailándose y reverenciándose, esta vez la hembra inicio el desove, y solo de vez en cuando se turnaban y el macho pasaba sobre los huevos para cubrirlos.
Es muy diferente que en Apistogrammas, Scalares u otros cíclidos que suelen turnarse por línea de huevos o cubren y desovan a la par.
Ese mismo día en las horas de la comida, se hacían turnos, pero fundamentalmente era la hembra la que cuidaba de esa anaranjada comunidad de huevos y el macho patrullaba sin apenas nada que defender, pero la hembra empezó a amenazarle si se acercaba a la zona.
Al día siguiente empezaron las peleas pero esta vez peleas fuertes, no entendía nada, la hembra descargaba sobre el macho una agresividad tremenda, en constantes ataques, volvía sobre la puesta y a los dos minutos continuaba con el ataque, el macho ante la situación empezó a defenderse.
El resultado final al día siguiente fue un macho en el lugar de la puesta sin puesta y una hembra amenazada, supongo que el mayor tamaño del macho y su condición debieron decantar la balanza a su favor, y seguía marcando aunque levemente esa dominancia que hoy por hoy se ha vuelto a convertir en reverencias y bailes.
Aún hoy sigo sin entender que pasó, y si realmente la puesta fue fecundada o quizás la insistencia de la hembra se debía a esto y pretendía que el macho fecundara.
En fin habrá que esperar a la próxima puesta.
Con ese controvertido nombre iniciamos la entrada de hoy, un género creado por Kullander y Nijssen en 1989 tras revisar el género Aequidens y apreciar que esta especie no correspondía a dicho género.
El durante muchos años llamado Aequidens maronii pasaba a ser ese mismo año Cleithracara maronii aunque su nombre común obviamente permanecía invariable, cíclido cerradura o keyhole cichlid para los internacionales es el nombre por el que hoy en día se le sigue llamando de manera habitual.
Un cíclido de la Guayana que es más apreciado en la acuarofilia por su comportamiento pacífico y tímido hacia los demás compañeros que por su gran colorido, aunque esas pequeñas briznas de color que visten a esta especie le otorgan gran belleza en un fondo tan apagado como el que suelen mostrar.
Hace cosa de once meses me hice con un trio de ejemplares de esta especie y durante la pasada semana fui el espectador de una puesta algo movidita y es lo que argumenta esta entrada.
En primer lugar retiré al tercer ejemplar de C.maronii, ya que la presión sobre él era a mi parecer excesiva, nada del otro mundo, el carácter de esta especie, hace que un constante acecho no llegue a más que alguna carrera tras la victima, y así era con el tercer ejemplar, que comía aunque de vez en cuando le marcaran la jerarquía del grupo al tiempo que la pareja se confirmaba, por ello lo llevé a un acuario de 350 litros con discos que mantiene mi primo. La presión sobre este ejemplar era sobretodo de uno de los dos maronii restantes, por lo que me llevó a pensar que posiblemente fuera una pelea de sexos.
Al día siguiente la pareja con todo el acuario de 220 litros para ella inició su puesta, y entendí, al ver el ejemplar que desovaba, que al principio tenía un macho y dos hembras y que era la hembra la que más marcaba a ese ejemplar en discordia y efectivamente se trataba posiblemente de una lucha de sexos.
La pareja empezó la puesta, y extrañamente no iniciaron un rito conjunto de desove, aunque si que habían estado los días anteriores bailándose y reverenciándose, esta vez la hembra inicio el desove, y solo de vez en cuando se turnaban y el macho pasaba sobre los huevos para cubrirlos.
Es muy diferente que en Apistogrammas, Scalares u otros cíclidos que suelen turnarse por línea de huevos o cubren y desovan a la par.
Ese mismo día en las horas de la comida, se hacían turnos, pero fundamentalmente era la hembra la que cuidaba de esa anaranjada comunidad de huevos y el macho patrullaba sin apenas nada que defender, pero la hembra empezó a amenazarle si se acercaba a la zona.
Al día siguiente empezaron las peleas pero esta vez peleas fuertes, no entendía nada, la hembra descargaba sobre el macho una agresividad tremenda, en constantes ataques, volvía sobre la puesta y a los dos minutos continuaba con el ataque, el macho ante la situación empezó a defenderse.
El resultado final al día siguiente fue un macho en el lugar de la puesta sin puesta y una hembra amenazada, supongo que el mayor tamaño del macho y su condición debieron decantar la balanza a su favor, y seguía marcando aunque levemente esa dominancia que hoy por hoy se ha vuelto a convertir en reverencias y bailes.
Aún hoy sigo sin entender que pasó, y si realmente la puesta fue fecundada o quizás la insistencia de la hembra se debía a esto y pretendía que el macho fecundara.
En fin habrá que esperar a la próxima puesta.
Comentarios
Publicar un comentario